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Me sentí muy feliz porque, a pesar de las circunstancias, me logré certificar por el Ministerio de Educación de mi país, como tutora virtual y a distancia por un período de 5 años. Todos los años intento hacer algo que me haga sentir que no estoy estancada, que estoy caminando hacia alguna meta personal importante. Casi siempre enfoco mis esfuerzos en el campo educativo o de capacitación: trato de aprender algo nuevo o de mejorar mis habilidades. Este año inicié muy bien con un curso sobre las estrategias educativas de colaboración en el ámbito virtual. Pero luego, vino la pandemia y casi todos los planes que tenía cambiaron. Surgió esta posibilidad de certificarme gracias a un voluntariado que realizo desde el año pasado. Me esforcé por completar las fases del proceso de certificación y este es el resultado: lo logré. Estoy muy feliz. Incluso tengo un chiste personal sobre el proceso, ya que estaba con esa gripe fuerte que me dio cuando me tocó grabar un video para el proceso de certificación. Le llamo mi video COVID-19. Lo cierto es que, cuando veo que otras personas dicen que el año 2020 fue un año de mi*rda, yo no coincido con eso. Es cierto: mi trabajo quedó congelado, pasé serios problemas económicos, me tuve que acoger al programa de ayuda gubernamental, me enfermé, me tuve que mudar... Aún así no siento que el año tenga la culpa. Fue un año difícil, pero somos nosotros, como humanidad, los que nos hemos puesto en esta situación. El año no tiene la culpa en sí. Todos esperan que termine. Terminará, sin duda. Lo importante será continuar encontrando estas razones de felicidad en lo que venga. De eso se trata la vida.
February 11, 2021