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Termina uno de los años más raros de toda mi vida. La vida fue normal hasta el 13 de marzo. . Luego vinieron 7 meses de confinamiento en los que prevaleció el miedo, la incertidumbre y las pérdidas en muchos sentidos. El 1 de octubre volvimos lentamente a salir. Lo hacemos con restricciones y precaución. A pesar de todo ello, tengo mucho por qué agradecer. Agradezco que estoy viva, que los seres humanos que más me importan en la vida están vivos. Agradezco que he sobrevivido a mi propia historia, que he soportado con dignidad y decencia mi propia misión en este mundo. Agradezco que aunque mi alma fue arrasada hasta los cimientos, estoy de pie, sigo avanzando, no me doy por destruida en definitiva. Agradezco lo largo y lo ancho de mi amor, ese que se expande, y envuelve como una sombra a un sin fin de gente que poseen tesoros que admiro: generosidad, valentía, entrega, compromiso, aplomo, verdad, rebeldía, perseverancia, misericordia, lucha... Agradezco por lo pequeño y por lo grande; por lo simple y lo complicado; por lo trivial y lo importante. Agradezco el trabajo que es pasión, que es creación, que construye y aporta a la vida de otros. Agradezco que aún encuentro ternura para escribir y comunicar. Agradezco que lo más importante ha quedado intacto dentro de mí. Siempre que aparece el agradecimiento en mi vida, surgen los pequeños demonios de la suficiencia, hubiera querido hacer más y mejor. Hubiera querido tener más manos, más voluntad, más recursos. Pero todo lo hecho fue con corazón y buena voluntad. Agradezco a todas las personas que me apoyaron y decidieron estar presentes en mi vida. También a aquellas que desde el anonimato me dedicaron una oración o hicieron lo posible para que la oscuridad no me devorara. Sé que fue difícil apoyarme, sé que lo hicieron contra todo, sé que el haber creído en mí me ha mantenido con vida. Muchas gracias. De verdad, a todos, muchas gracias
January 28, 2021