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Algo que cambió radicalmente es que cuando tuve esa gripe fuerte me mudé a la casa de mi mamá y volví a ocupar mi habitación de cuando fui adolescente. Es raro estar cerca de la tercera edad y tener que mudarte al lugar donde fuiste joven, casi niña. Por momentos, lo siento como un retroceso. Como me quedé con una capacidad respiratoria limitada (no puedo subir gradas sin agitarme mucho) me he quedado aquí, porque la casa es de un solo piso. Eso me ha hecho pensar que cuando uno es mayor debería tener una casa de un solo piso. Uno cree que siempre va a tener la capacidad de subir unas cuantas gradas y no, esa capacidad se puede perder. Además, solo tengo las cosas indispensables conmigo. La mayoría de mis cosas se quedaron en la casa de mi hijo. Entonces, también me doy cuenta de lo fácil que es vivir con poco. A veces uno cree que necesita muchas cosas, pero no, con unas cuantas la vida continúa y no pasa nada, allí estás, respirando, viviendo. Espero volver pronto a la casa de mi hijo, donde vivo regularmente. Mientras sigo en este flashback de dependencia materna. Es raro, como una loca disrupción en el tiempo.
November 13, 2020