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Esta semana pude retomar el ritmo de trabajo con otros proyectos que dejé pendientes mientras me dedicaba al trabajo que debía presentarse en un tiempo muy corto. Poco a poco fui avanzando en cada uno, hasta casi terminar. La parte negativa es que hace dos días comencé a toser de nuevo. Me enoja y me desanima mucho. No sé qué problema tengo con los pulmones. Eso hace que mi ritmo de trabajo sea inconstante. Estamos por entrar a Semana Santa y el gobierno actúa de manera inconsistente: mientras el Ministerio de Salud nos dice que ya no quedan camas para atender a los pacientes con COVID-19, la dependencia de turismo muestra todos los lugares que podrían visitarse para motivar el turismo interno y el presidente dice claramente que las playas estarán abiertas. De locura. Yo continúo en un confinamiento bastante estricto. Solo salgo si es completamente necesario. Esta semana una joven madre tomó a sus dos hijos y se marchó del país. Al parecer, es un caso de violencia intrafamiliar. Me dio mucho gusto por ella. La admiré. Hizo lo que yo no tuve la valentía de hacer: se marchó sin mirar atrás, y probablemente, salvó su vida y la de sus hijos. Me pesa aún más no haberme marchado de este país.
April 6, 2021