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Realmente, desde el 2012 tengo una mala salud. Una enfermedad autoinmunitaria se reactivó ese año y no he logrado que entre en recesión. Esta enfermedad se ha complicado con otros padecimientos propios de mi edad, como la perimenopausia. Reconozco que mi mala salud es mi responsabilidad en buena medida. Nunca quise hacer ejercicio, he tenido una vida sedentaria; tal vez no como mucha comida chatarra, pero soy muy golosa; si estoy enferma y no tengo dinero, no hago nada por ir al médico, me quedo así. En resumen: he tratado mi cuerpo con poco respeto y cuidado. Lo reconozco. El 13 de agosto tuve una gripe muy fuerte que duró dos semanas y los síntomas coincidían con el COVID 19. Por cuestiones económicas, no pude realizarme la prueba de COVID 19. En el 2017 tuve un derrame pleural en uno de lo pulmones. En agosto 2020, tuve algunos de los mismos síntomas que experimenté en esa ocasión, pero por la falta de dinero no pude realizarme una radiografía para ver qué estaba pasando en el pulmón. Solo sentí dolor, no podía respirar y mi capacidad respiratoria decayó mucho. Pero logré salir de la enfermedad con la medicación que tenía en casa. Debido a la pandemia, tuve que buscar que mis familiares me atendieran y eso ha significado mudarme. Además, me quedé con una capacidad respiratoria limitada (no puedo subir gradas, me cuesta caminar las distancias largas, no soporto que fumen cerca de mí porque me pongo ronca y me ahogo, por ejemplo). Aun con esto, creo que he recuperado un poco la capacidad respiratoria en estas semanas. Realmente no le hago mucho caso al cuerpo, si lo logro levantar de la cama todas las mañanas es que estoy bien. Yo vivo en mi mente. Al combinar mi mente y mi voluntad logro vivir. Y ellas se encargan de arrastrar el cuerpo a lo que sea. Así es y así ha sido.
October 23, 2020