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Sí tengo la impresión de que es una época diferente. Eso que dicen tanto en redes: que saltamos de marzo a fin de año, es cierto. Siento que prácticamente no hubo año. Pasamos tanto tiempo encerrados que el tiempo se trastocó completamente. Mi agenda va por las últimas páginas y siento que no hice prácticamente nada. Voy a llegar a diciembre y será como un año perdido. En este año nada fue normal: los proyectos de trabajo se cayeron, las proyecciones de estudios se congelaron, tuvimos lapsos de terror por el contagio, mi economía casi colapsó, tuve que mudarme cuando no podía cuidar de mí misma por la enfermedad, tuve que invertir mucho tiempo en apoyar el estudio en casa de un familiar, mis ciclos de sueño se trastornaron. Recién las cosas comienzan a tomar un rumbo y un ritmo más adecuado y ya casi es fin de año. ¿Qué pasó? ¿Qué ocurrió con todo este tiempo? ¿Cómo es posible que estemos casi al final? y bueno: ¿al final de qué? Al reducir nuestro espacio de actuación, cambiamos radicalmente nuestro sentido del tiempo. Dejaron de existir rutinas y las rutinas brindan seguridad. Nos vimos en un barco a merced de la tormenta llamada COVID 19. Cuando el Papa caminó completamente solo por la plaza de San Pedro para dar aquella bendición universal supe que estábamos tan solos como él y que esa no era buena señal sobre lo que íbamos a enfrentar. La economía ha podido más que el cuidado de la vida y estamos de vuelta. Saltan los cierres de las restricciones y podemos salir. Al salir sentimos que nos estamos acercando a la "normalidad" anterior. De nuevo, la ampliación del espacio nos devuelve un poco del tiempo que conocíamos. Pero el hacha del COVID 19 pende siempre sobre nuestro cuello y el de las personas que queremos. ¿Volverán el tiempo y el espacio a parecernos coherentes y rutinarios? No lo creo.
October 16, 2020