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Cada 7 de diciembre, en mi país, quemamos al diablo. Es una costumbre que viene de los tiempos coloniales y es previa a la celebración de la Virgen de Concepción que es el 8 de diciembre. En la foto pueden observar una piñata que lo representa y que fue quemada en una hoguera que encendimos en la calle. Este año, a pesar de la pandemia, lo hicimos con mi familia. Fue una quema muy breve, no como otros años, cuando sacamos mucho papel para realizar una fogata que dura bastante tiempo. Todos sentimos que ese ritual abre el tiempo navideño. A pesar de ello, muchas otras costumbres ligadas a la religión católica se han suspendido. Lo que no ha desaparecido es el impulso de la población por comprar productos. Los mercados están abarrotados, los centros comerciales también y no digamos las calles de la ciudad con un gran número de vehículos circulando. Pareciera que no existe en COVID-19. Las personas que circulan con suerte usan mascarilla, pero la distancia social se les ha olvidado. El gobierno no interviene porque es necesario que la "economía" se reponga y se fortalezca. Los intensivos de los hospitales ya están saturados. Lo que vendrá dentro de quince días será tremendo. A menos que lo oculten y digan que aquí, como siempre, señoras y señores, no ha pasado nada.
December 23, 2020