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Ya ha pasado un año y seis meses desde que se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) por el Covid 19. Y si bien esa fase ya ha finalizado, aún debemos guardar distancia entre ciudadanos. Es difícil vivir con la incertidumbre del futuro, que de por sí es desconocido, pero ahora todo se ha complicado más con un virus dando vueltas. Mi familia y yo ya nos vacunamos, así que eso nos da una sensación de tranquilidad, pero yo no puedo evitar pensar en quienes no desean hacerlo. Les entiendo, tienen miedo o falta de información, pero a la vez me perturba que eso les dañe o dañe a terceros. Hay tantas cosas que extraño de antes de la pandemia: ir en un colectivo lleno de gente sin mascarillas, tomarme un café con un amigo en una confitería pequeña, con las mesas muy cerca una de la otra, entrar en un lugar sin hacer fila ni que te tomen la temperatura, asistir a las clases de la universidad en salones enormes y colmados de personas, etc. Son cosas a las que no les daba importancia e incluso algunas me disgustaban e incomodaban ¡Qué irónico! Poco a poco las cosas van tomando un nuevo rumbo y quizás algunas costumbres muy nuestras, como los afectuosos saludos de beso en la mejilla, sean algo menos común en el futuro. O puede que sea algo que realmente se extrañe y se reinstale con más fuerza. No lo sé.
September 24, 2021