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Un lote de 300,000 mil vacunas vino al país finalmente. De manera inmediata, el gobierno comenzó a vacunar a personas de la tercera edad en los rangos de 80 a 100 años. Mi mamá se había resistido a que la inscribiera en el registro del gobierno. Yo lo dejé pasar porque las vacunas no venían y esperábamos que compraran la Sputnik rusa y que se acabaran las Astrazéneca donadas. Sin embargo, este primer lote de vacuna que llegó finalmente es de Astrazéneca. El día que dijeron que efectivamente estaban en el país, registré a mi mamá de 74 años para que sea vacunada. Pregunté a una doctora amiga mía si yo podía vacunarme a pesar de que estoy inmunosuprimida. Dijo que sí, que ella tiene artritis reumatoidea y que, por ser doctora, ya le pusieron la primera dosis de la vacuna. Aún tengo mis dudas, porque ella corre varios kilómetros al día como parte de su rutina diaria, es decir, tiene buena salud. Yo, si camino muy rápido, el corazón se me desboca y es probable que me desmaye. Esta semana he logrado estar en pie gracias al diclofenaco (¡oh, diclofenaco, te amo!). Alguien sugirió a un nuevo doctor para una visita. Está difícil que me decida porque cada nuevo doctor ha recetado tratamientos con efectos secundarios tan graves que por ello estoy como estoy. En fin, imploraré al divino diclofenaco que me dé sabiduría y fuerza para un nuevo médico.
May 7, 2021